lunes, junio 11, 2012

Debajo de la tierra

En la tercera semana de instalado en Buenos Aires, luego de haber salido del hostal de la fantasía y de haber entrado a la residencia de la perdición, decidí que no me iba a ir temprano para mi casa. Era tan deprimente el olor a grasa quemada y tan absorbente la sensación de perdición de los habitantes y vecinos, de esa, mi provisional morada, que así tuviera que vagar por las calles haría lo que fuera por retardarme.

Estaba en los días mediados del otoño y la ciudad estaba experimentando una continua y menuda lluvia. Estas condiciones para un calentano como yo son violentas, pero aun así pospondría mi llegada a mi deprimente covacha lo mas que pudiera.

La ciudad se nueve en una lógica de Este a oeste y para ubicarme en esta ciudad sin montañas me he servido del GPS de mi celular: me indica nombre de las calles, paradas del colectivo y lineas del subte. Las lineas del subte están nombradas con letras, que van desde la A hasta la H, y todas ellas en la boca que conduce al subsuelo tienen un aviso con la letra en mayuscula y en color verde (luego de volver a revisar este texto y aprender un poco mas de este lugar, me  han indicado que cada linea tiene su propio color) indicando la linea y el nombre de la estación.

Uno de esos dias de esa tercera semana, cuando decidí que no llegaría temprano a casa, salí de la facultad y me dirigí en sentido centro-oeste. deliberadamente me estaba alejando y aunque lloviera, hubiese frío y no conociera nada seguiría caminando en el sentido contrario a mi casa. Cuando sentí que había caminado mas de la cuenta, decidí que ahora tomaría el sentido hacia el norte y asi, deliberadamente, me alejaba mas y mas de casa.

 Nuevamente ya sintiendo las primeras señales de cansancio, pensé que era necesario pedir un poco de ayuda al GPS y me dirigiera hacia algún lugar conocido en donde pudiera sentarme o estar en resguardo, entonces me fue indicado que era necesario seguir ahora hacia el este, hasta el otro extremo de la ciudad.

Caminé entonces, pero conté con tan mala mi suerte, que al llegar al lugar que mi mapa interactivo había escogido, no encontré mayor cosa que hacer pues no se encontraba muy vivo.

Ante la frustración considere la posibilidad de ir a casa y fue cuando levante mi vista hacia los lugares en los cuatro sentidos, que observé un gran letrero con la hermosa letra E en uno de los parques.

Mirando mi GPS, vi que la linea E tendría un punto de encuentro con la linea B que es contigua al lugar donde vivía en ese entonces. Apresuré mi paso pues la lluvia no amainaba y la ropa comenzaba a empaparse. Me imaginaba mientras caminaba que compraria un vino, algo de queso y unas carnes para comer.

Una de las maneras que los Porteños han encontrado para solucionar el gran numero de carros y el asunto del estacionamiento, es construir parqueaderos subterranos, tambien conocidos como Estacionamientos, los cuales se pueden reconocer por un aviso con una gran letra E.

  Este ciudadano no reconocía aun la diferencia que hay entre esos avisos y estos

Cuando caminaba por ese pasaje oscuro y no encontraba personas, pensaba que por ser una zona de estrato alto, pocas personas hacian uso del subte, pero la teoría se fue al piso, en cuento empecé a ver lineas de carros hasta donde mi vista acababa.

Salí de ese hueco de la decepción y como castigo por mi estupidez, decidí terminar mi camino, caminando hasta casa haciendo el doble del camino que ya habia recorrido hasta el momento

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