miércoles, abril 22, 2009

REIR CIUDAD

Algunos de mis amigos y otros caleños que conocen a Cali como a mí me gustaría conocerla, coinciden en hacerme pensar que la ciudad es como asistir a una fiesta de cumpleaños en la casa de un completo desconocido: una fiesta en la que difícilmente puedo volver a hallar a quien me invito, en una casa bulliciosa y llena de extraños adornos y recónditos espacios, dinamizada por la ininterrumpida y masiva entrada de nuevos invitados, que hacen de la situación una actividad social bastante compleja de sortear.

Sentirse incluido en la rutina de la lúdica de la celebración nos obliga a experimentar unas memorables vergüenzas, y podríamos por ensayo y error encontrar la manera de hacer como si no fuéramos ajenos y de pasar desapercibidos, pero infortunadamente esta no es la manera en que aprendemos las normas sociales, pues por el contrario, en nuestro vano intento de ser invisibles hacemos como la mosca que se choca contra la ventana una y otra vez tratando de escapar y cometemos así todas las imprudencias que hubiésemos querido evitar

Las normas sociales, en esta bella, pero compleja fiesta de la vida que es Cali, nos invita a estar en condiciones de saber hacer algo en este escenario, sin embargo es tan complejo saber qué hacer cuando no conocemos el código y más aun, cuando los otros no se prestan para servirnos como interpretes de este, que tenemos que aventurarnos a comportarnos de nuestra manera particular, y esperar a no hacer el ridículo.

Si la suerte nos acompaña, una comedida anfitriona vendrá en nuestra ayuda a apoyarnos en el arduo y desgastante proceso de trascender desde el no saber. Nos llevaría por su hogar y nos mostraría las renovaciones que ha hecho en su mobiliario. Nos mostraría sus extraños artefactos traídos desde lugares lejanos y nos enseñaría a usarlos, nos enseñaría la ruta más corta entre la cocina y la sala. Acompañada de una gran sonrisa, y un bloque de actitud, Interpretaría y mediaría entre los demás invitados llevándonos a apropiarnos del espacio y a sentirnos bien en el momento

Se ha concebido que las normas sociales para vivir en la ciudad, o el asunto de la cultura ciudadana, es una noción que nace desde la acción solitaria de mirar la ciudad. Sin embargo, si vamos por Cali esperando que sus edificios nos cuenten su vida, que el MIO nos diga cómo usarlo y que nosotros acogiéndonos benévolamente a la moral y haciéndola nuestro interlocutor, espontáneamente sepamos cómo comportarnos, estamos torpedeando el proceso de desarrollar acciones eficaces para vivir en la ciudad

La construcción de las competencias de nuestros ciudadanos para vivir de la mejor manera en la ciudad, cursa un camino distinto, nace de los usos que los ciudadanos hacen con la ciudad, con sus viejas y sus nuevas obras, y nace también, de la sonrisa benévola del intérprete que nos muestra la ciudad y nos indica las maneras de vivir en ella, que nos indica con su actitud particular como hacerla nuestra

Educar en los espacios de Cali es la tarea que tenemos, se logra a partir de reír carcajadas de ciudad, haciendo que propios y extraños disfruten de esta agradable fiesta, y así, en esta acción educativa irrumpe esa sensación de apropiación y de placer que da el hecho de participar de esta fiesta que es la Cali que queremos.