jueves, septiembre 10, 2009

Rompiendo paradigmas hacia una nueva cultura de la movilidad

Desde hace 10 años que se inició el proceso de transformar la cultura de la movilidad en Santiago de Cali y tres años de iniciarse su construcción hemos tenido que asumir el más trascendental paso que ha desorganizado y nuevamente organizado los escenarios que habitamos los sujetos ciudadanos y por ende , ha generado para los habitantes de nuestra ciudad una nueva noción de concebir su idea de vivirse como un sujeto ciudadano.
La ciudad tiene el papel de provocar unos efectos desencadenantes para inducir a los ciudadanos a hacer un uso convencional de su entorno y de sus estamentos sociales que permitan la vida de ciudad de manera armónica, en otros términos es a lo que se ha definido civismo y por tanto dependiendo del modelo de ciudad que conciban nuestros gobernantes, su responsabilidad es la de llevar a los ciudadanos a enfrentarse y a resignificar cada una de las más transformaciones que introducen en los espacios.
La cultura ciudadana emerge como esas maneras de vivir una ciudad que construyen sus habitantes en torno a la triple relación que se establece entre unos objetos dinámicos o espacios que se van introduciendo y el vinculo conjunto entre ciudadano y estado. Este constructo que definido de manera tan compleja, le corresponde cada una de las vertientes que hacen posible una vida armónica en un espacio como lo es la ciudad, a saber, la salud, el respeto por las normas, la cultura tributaria, la política, entre otras.
La cultura de la movilidad, como un elemento más de la cultura ciudadana ha venido entrando en nuestro campo perceptivo, toda vez que lo que mayor efecto de recordación tiene en los ciudadanos son los efectos de un desorganizado crecimiento reflejado en los interminables trancones que imposibilitan el crecimiento y el desarrollo sostenible de una ciudad.
Para Metro Cali, en esta época del nuevo latir, la apuesta por una cultura de la movilidad ha estado determinada por los efectos cívicos que generan las acciones del sistema de transporte masivo MIO, durante sus etapas de construcción y de operación.
El espectro cívico de estas acciones que se generan desde el sistema de transporte masivo es lo que hemos definido como cultura MIO y las hemos instrumentalizado mediante 4 competencias ciudadanas que le dan su carácter en consecuencia con el modelo de ciudad que desde la administración se ha venido construyendo: solidaridad, corresponsabilidad convivencia pacifica y respeto a la norma .
Al hacer referencia a “a la responsabilidad de nuestros gobernantes” no aludo solamente a la responsabilidad que el estado ostenta frente a la ciudad, sino también a la urdimbre que se gesta desde las acciones que los ciudadanos que ejercen su derecho democrático van tejiendo.
Dicho en otros términos, el papel de responsabilidad que el ciudadano juega frente al estado es lo que define la corresponsabilidad, y es el motivo que nos ha llevado a recorrer las universidades para devolver el conocimiento que desde hace 10 años hemos venido elaborando, y para mostrar cuales son los efectos positivos que la decisión de implementar un sistema de transporte masivo ha traído a Santiago de Cali, pues solamente hasta que los ciudadanos se introduzcan en las redes de significados y construyan un conocimiento total de la ciudad, será posible que su papel en las decisiones de ciudad se torne hacia un rol protagónico.
No obstante el papel de la corresponsabilidad y la búsqueda de un beneficio mayor, los individuos asumen su papel en función de sus necesidades particulares, y esto para los fines de una nueva cultura de la movilidad, significa un difícil proceso de aprendizaje de unos nuevos deseos y de unas nuevas necesidades.
La nueva cultura de la movilidad, la cultura MIO nos debe llevar a la ruptura de viejos paradigmas sobre donde se sientan las elecciones que hacemos como gobernantes para una ciudad, o como ciudadanos al escoger que es lo mejor para nuestras vidas.
Nosotros como ciudadanos caleños hemos sido fuertemente impactados por el modelo de desarrollo norteamericano. En este “sueño americano” propio de los años 70 y en particular el caso de la ciudad de Los Ángeles, ampliamente citado a nivel internacional como uno de los grandes errores aprendidos, resulta de sumo interés por las evidentes consecuencias nocivas de la implementación del modelo norteamericano de movilidad, mas tarde la abundante evidencia empírica permitió establecer que el incremento de la oferta (creación de nuevas autopistas y aumento del número de carriles en las existentes) trae consigo un incremento de la demanda tanto inducida como latente (usuarios de otras vías y potenciales nuevos usuarios del automóvil), con lo cual las nuevas vías terminan de nuevo congestionadas y por tanto la inversión desvirtuada. Del lado latinoamericano, la ciudad de México en su avance a la tan anhelada modernidad norteamericana, recientemente optó por construir un segundo nivel para el tramo oeste de una de las autopistas perimetrales de la ciudad “El Periférico Poniente”, con el objetivo de reducir la congestión y aumentar así la velocidad media de los automóviles; un par de años y cientos de millones de dólares después, la congestión arriba y abajo tiende a ser igual, pero no así la contaminación y la deuda pública de la ciudad.
En este sueño al que hemos sido inducidos, el vehículo particular se configura mas en un objeto de valor que en un medio de desarrollo económico. Vemos entonces comerciales de televisión donde somos sistemáticamente empujados a ser “los dueños de la carretera” en sendos objetos de 1200 kilos, en carreteras sin fin y sin congestión.
¿Cuándo han visto ustedes un comercial de automóviles donde se evidencie tal situación?
La ruptura de paradigmas a la que se ve empujado el estado por su parte, le implica ser consecuente con su modelo de movilidad, pues ante la desmedida inversión de capital de las empresas de vehículos particulares, observamos una inexistente oferta para invitar al ciudadano a entrar en una nueva onda de la movilidad.
General Motors durante el año 2007 invirtió en publicidad 10.000 millones de dolares, Sofasa en Colombia dispone de una amplia inversión en marketing para lograr fidelización de los clientes. Estos dos ejemplos y sin mencionar la agresiva campaña para adquirir motocicletas, persuaden y seducen a las personas a acceder a vehiculos privados, apoyándose en la falacia de libertad, comodidad y aventura del final de la carretera como limite y claro está, sin mencionar cual es el verdadero final del camino cuando estemos envueltos en una nube de humo, ocultos bajo la sombra de una autopista de 2 o 3 niveles y viviendo en una ciudad que será propiedad de algún banco internacional debido a la gran deuda en la que incurriremos para hacer mas vías para los autos.
Las ciudades van encontrando respuestas a las inquietudes que se van presentando, sin embargo en aras de su accionar educativo, configuran modelos comunicativos que puedan competir con las necesidades que nos crean las ensambladoras, abriendo el abanico de posibilidades de opciones de transporte e invitando de manera creativa a usarlos
Metro Cali y los demás actores que son responsables del MIO, le están apostando a una nueva forma de movilidad. Esta se puede observar por mencionar algunas, en el mejoramiento de la movilidad peatonal con la recuperación de 460.000 m2 de andenes y separadores de espacios amplios, con la implementación de ciclorutas, como la que se verá en la trocal de oriente, con el mejoramiento urbano, paisajístico y arquitectónico.
Se levanta un dilema ético entre los ciudadanos, y se generan varias pregunta para ahora y para los años venideros, ¿Cuál es el modelo de ciudad que queremos?, ¿Cuál es mi papel en la construcción de un desarrollo social y ambientalmente sostenible?
Ojala que ciudad de México no nos espere al final del camino