viernes, junio 18, 2010

Nijole prefiere que su obra hable por ella


Por Diego Guerrero, redactor de El Tiempo

Nijole Sivickas camina veloz de un lado a otro de su taller de artista. No habla mucho. En realidad, a pesar de que es bastante amable, no le gusta hablar de lo que hace. Es de aquellas personas que creen que los trabajos tienen su propia voz.

Habla tan poco de su arte que hace alrededor de 12 años, en una exposición, desfilaron durante varias horas periodistas que querían entrevistarla a como diera lugar. Ella simplemente no les dijo nada, salvo que no iba a hablar de su obra.

Eduardo Serrano, que curó la exposición Dibujos del horno, que está abierta al público en la Cámara de Comercio de Bogotá, dice que su cerámica "es dura, resistente y pesada, que funciona como un elemento constructivo y que no es ni decorativa ni frágil".

Así parece ser Sivickas: silenciosa, pero es como si por su mente cruzaran muchos pensamientos que se toma su tiempo en expresar, con sus palabras sencillas y su acento lituano.

Y aunque parece frágil, por lo menuda, es fuerte en su temperamento. Se mueve con decisión entre los metales y las cerámicas de su taller.

Allí, saca media botella de Ron Viejo de Caldas y sirve copas hasta el tope y los acompaña con galletas saladas. Con sus ojos verdes, se cerciora de que el invitado tome más que ella. Luego bebe un poquito. Hace años que no expone, ¿por qué decidió hacer esta exposición?

- Hice un compromiso. Hay que hacerla. Me cansa, pero ya me comprometí y tengo que hacerla.

¿Por qué trabaja la cerámica? Trabajo otras cosas también. Venga.

Entonces, va hacia la parte de atrás del taller junto a un horno que construyó con su hijo Antanas (el ex alcalde de Bogotá) y oprime un interruptor. Una gran escultura con piedras, vidrios y metal empieza a moverse y los objetos se chocan unos contra otros. Algo nada convencional. Ella sonríe contenta.

Las 24 esculturas que expone por estos días tampoco son convencionales. Son formas en líneas curvas que producen sombras rectas en la pared, en unos casos, y esculturas que pueden ser cuadros o figuras pesadas, en otros.

Vuelve a llenar las copas, brinda, se ríe. Se asegura de tomar menos que el interrogador. No quiere cuestionamientos sobre su obra, ni que le tomen fotos, pero parece da muestras en charlar. Pregunta sobre la vida del otro y habla como si la cosa no fuera con su obra. De tanto insistir, contesta una:

En tanto tiempo, Nijole, ¿por cuál artista usted metería la mano al fuego?

No hay artistas. La gente cree que hay artistas pero no hay. Uno es como una herramienta. Las herramientas sí son importantes. Ellas saben.

Si es así, como ella dice, habrá que preguntarles a las herramientas de Nijole Sivickas sobre su trabajo si se quiere una opinión.

Tomado del periódico El Tiempo, 30 de noviembre de 2007

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